Se encontraba en la playa pasando la tarde con sus hijos cuando un grupo de bañistas adolescentes se sentó a su lado. No pudo evitar fijarse en una de las jóvenes que estaba en ese grupo. Sus complejos y su inseguridad le hicieron reflexionar y decidió escribir un alegato a modo de carta. Ésta es la carta íntegra:
QUERIDA CHICA DEL BAÑADOR VERDE:
“Soy la mujer que está en la toalla de al lado. La que ha venido con un niño y una niña. Primero que nada, decirte que estoy pasando un rato muy agradable junto a ti y tu grupo de amigos, en este trocito de tiempo en el que nuestros espacios se rozan y vuestras risas, vuestra conversación ‘transcendental’ y la música de vuestro equipo me invaden el aire.
¿Sabes? He alucinado un poco al darme cuenta de que no sé en qué momento de mi vida he pasado de estar ahí a estar aquí: de ser la chica a ser “la señora de al lado”, de ser la que va con los amigos a ser la que va con los niños. Pero no te escribo por nada de eso. Te escribo porque me gustaría decirte que me he fijado en ti. Te he visto, y no he podido evitar verte.
Te he visto ser la última en quitarte la ropa. Te he visto ponerte detrás de todo el grupo, disimuladamente, y quitarte la camiseta cuando creías que nadie te miraba. Pero yo te vi. No te miraba, pero te vi. Te he visto sentarte en la toalla en una cuidada postura, tapando tu vientre con los brazos. Te he visto meterte el pelo tras la oreja agachando la cabeza para alcanzarla, quizá por no mover los brazos de su estudiadísima posición casual. Te he visto ponerte en pie para ir a bañarte y tragar saliva nerviosa por tener que esperar así, de pie, expuesta, a tu amiga, y usar una vez más tus brazos como pareo para taparte: tus estrías, tu flaccidez, tu celulitis.
Te vi agobiada por no poder taparlo todo a la vez mientras te ibas alejando del grupo tan disimuladamente como antes lo hiciste para quitarte la camiseta. No sé si tenía algo que ver, en tu descontento contigo misma, que la amiga a quien tú esperabas se soltaba su larguísima melena sobre una espalda a la que sólo le faltaban unas alas de Victoria’s Secret. Y mientras tanto tú ahí, mirando al suelo. Buscando un escondite en ti misma, de ti misma. Sigue leyendo “Querida chica del bañador verde” →