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¿Quién te has creído que eres?

¿Quién te crees para disponer de nuestras vidas, para seleccionar como en un casting a quién debe o no debe cruzarse en nuestros caminos, para decidir cuándo ha de ser el principio de nuestra felicidad y cuándo el final?

¿Cómo puedes llegar a ser tan miserable como para regalarnos dulces y renovadas ilusiones, para después arrebatárnoslas, mientras nos arrastras inmisericorde a la más absoluta y amarga de las desdichas, y tendernos la mano para levantarnos de nuevo en un caprichoso y despiadado ritual?

¿Quién te ha autorizado a hacernos soñar en un instante en que la vida es maravillosa, para a continuación despertarnos de un zarpazo y sumirnos en una pesadilla que pareciera no tener fin?

¿Cómo puedes llegar a ser tan mezquino como para hacernos descubrir, provocar que nos queramos, que nos amemos, que nos convenzamos de que somos el uno para el otro, para después con una sobredosis de crueldad, y con la misma facilidad con la que nos uniste, arrojar sobre nosotros la pesada losa del desamor?

¿Quién te ha dicho que puedes jugar con nuestros sentimientos y manejarnos como marionetas a tu antojo, mostrando esa odiosa y dolorosa sonrisa que nos atraviesa el alma y nos parte en dos?

¿A cuento de qué vienes a tramar el guión de nuestra historia, y a escribir el prólogo que a ti te da la gana, si este libro es nuestro y nadie más que nosotros dos estamos autorizados a publicarlo?

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¿Cómo puedes llegar a ser tan caprichoso como para poner fecha de caducidad a este amor, que ni te va ni te viene, que nació de ti, pero que no te pertenece?

¿Cómo te crees con el derecho de convertir nuestros días en gélidos otoños, después de poner en nuestras manos el sol radiante de una hermosa y cálida primavera?

¿Qué te hace tan poderoso como para permitirte la licencia de diseñarnos como almas inseparables, como confidentes amigos, como amantes sin condiciones, para después hacerlo todo añicos y convertirnos en extraños, cuando a ti te parece?

¿Qué oscuros trucos utilizas, de qué artimañas tan maquiavélicas te vales, para conseguir que el tiempo transcurra tan lento, tan desesperante, y no pueda dejar de pensar en ella, manteniendo ese dolor hasta que tú decidas que otra persona ocupe su lugar?

Sí, a ti te hablo, maldito y despreciable destino. Que eres capaz de lo mejor y de lo peor. De descubrir las más hermosas sensaciones y de hacer degustar el amargo sabor del final, en un trayecto de idas y venidas, de alegrías y tristezas, de subidas y bajadas.

Deja de controlar nuestro tiempo, nuestro espacio, nuestras emociones. Deja de trazar una y otra vez el cuaderno de ruta de nuestros caminos, con esa prepotencia que tanto me exaspera. Deja que tomemos el mando de nuestras vidas, que sólo nosotros decidamos cómo y con quién queremos vivirla, compartirla, y fijemos el tiempo que queramos ser felices el uno con el otro.

Y si decides permanecer ahí, arrogante, altivo, desafiante, te guste o no, cada vez que me arrebates lo que una vez me diste, te preguntaré, como si me fuera la vida en ello, quién te has creído que eres.

Jimi R. Mora

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Sí, arriésgate. Esa es siempre la respuesta

Sí, arriésgate y empezarán a sucederte cosas maravillosas. Ese es el principal secreto. ¡Tener ganas de asomarse al precipicio y saltar! ¡Tener ganas de vivir!

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