Y por eso no me entiendes

Y si no me entiendes es que eres… O es que estás todo el día de equivocación para no enterarte de nada, o es que te morirás así, enjaulado de chasco, y arropándote de sospecha: sin haberte enterado ni de quién eres, ni de quién está detrás del que elige tallarines o lentejas, ni de nada.

A mí a veces la vida me da calor, y tristeza. Todo pegado. Y a lo mejor es que tú solo consientes que la vida te de definiciones, etiquetas, y reuniones de parchís. Y por eso no me entiendes, no entiendes que a mí me gusten los cuentos de hechiceros que salvan almas, que esté llena de agua, y que Espinete me sigue sumergiendo en una profunda melancolía.

Te dije que la mayoría del tiempo me siento perdida en lo que pasa mientras, y sentirme sola estando acompañada en Vietnam me evoca fantasmas que no me terminan de aclarar quién escribe. Y Vietnam está en todas partes, hasta en las tostadas.


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Tener un trabajo-coche o una “posición” te protege, no sé de qué, pero te protege. Y ni te digo tener un marido y un carrito de la compra. Y por eso creo que me siento así ahora, desprotegida, y llena de fascinación por los pequeños sucesos que me ceden relámpagos de éxtasis, como el niño de pies sucios que me regaló un caramelo de rosas. Pero te digo una cosa: desconfío profundamente de los que nunca se desprotegen, ni se revolucionan, me dan escepticismo, y bostezo de aburrimiento. Y por eso tú no me entiendes, porque a lo mejor sigues con todo el botiquín de protección en el bolsillo

Ayer, por ejemplo, estaba en Hoian, un lugar lleno de encanto..Mi amiga me advirtió que había medusas en el mar y que eran de las peligrosas. La desobedecí y nadé hondo creyéndome agua hasta que vi a tres medusas tremendas y flácidas y entendí que ya no era tan liberador nadar en ese mar tan resplandeciente. Pegué un grito que se escuchó en China. La conclusión de esto es que tenía yo que ver las medusas, ¿entiendes?

Y ahora, fíjate qué loco, estoy sentada en un café llamado Oriberry con vistas al río rojo tomándome un “egg cooffee estilo vietnamese” y una galleta de algo que no sé si me encanta o me disgusta en Hanoi. Y nada tengo que ver con lo que era ayer en medio de las medusas. Ahora escribo mirando al río para alejarme de mí y mimetizarme con mis dedos que me elevan y me ponen en vertical. Escribo sin comas, ni paréntesis ni lógica, por si las moscas, por si de repente encuentro lo que tienen en común la que nadaba ayer y la que escribe ahora.

Y por si te sirve de incomprensión mayor, yo dudo de absolutamente todo lo que hago, con ello camino, y con ello me cago de desmayo cada vez que me monto en otro tren. Porque no sé dónde voy, porque me lanzaron al aire y ya no consigo volver porque el aterrizaje me da palpitaciones y sobresalto. Pero que sigo porque confío en el “no sé en qué” que no es mi razón, porque me he leído seis libros y medio que me animan a seguir, y porque hay algo que no soy yo que le dejo que me lleve, que yo le sigo.

Y si todavía no me entiendes, es que definitivamente eres…, porque lo mismo querrás hacer con tu vida, el mismo disparate: querer encontrar una razón lógica de hechos que no entiendes con la cabeza, sin haber comprendido todavía que la cabeza no es tuya, que te la han prestado para traspasarla y para disfrutar de la magia de su traspaso.

Marta Carrascal



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2 respuestas a “Y por eso no me entiendes”

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