Cuando alguna vez de niña o niño ves un mochilero paseando por tu ciudad o conoces a alguien de mayor edad que recorre mundo y sientes que tú cuando seas mayor quieres hacer lo mismo, ahí, es justo ahí cuando nace esa “llamita” que puedes prender. Quizá te guste viajar porque amas los paisajes y la naturaleza o porque sientes curiosidad por culturas exóticas, porque eres un amante de la fotografía o porque disfrutas con los deportes de riesgo, sea por cualquier razón o por todas ellas, si alguna vez abriste los ojos como platos al pensar en ello y no pudiste dormir imaginando cómo sería, si alguna vez soñaste con algo, a menos que sea subir a la luna a pie, si algún día de tu niñez o incluso ahora mismo surgió esa “llamita”, préndela.
Quiero destacar una serie de frases que a menudo me repiten cuando me preguntan qué hago en la vida: “lo que haces es algo que todos pensamos pero no nos atrevemos”, “eres valiente”, “yo tengo este miedo”, “yo tengo este otro”, “no puedo dejar mi vida”, “yo no puedo porque…” No, nada de eso es cierto, solo tenemos miedo al cambio.
Los miedos internos
Soy una persona con miedos, como cualquier mortal, tímida, que me cohíbo e intimido con facilidad, con pánico escénico (y ésto no lo he hablado con muchas personas, si acaso con una) aunque dando mi mejor Yo muchas veces, la mayoría ya, consigo sentirme a gusto. Hay quien con dieciocho años abandona su zona de confort y se lanzan a viajar en solitario a un punto remoto del planeta, yo admiro a estos chicos y chicas, pero si alguien, tú o yo necesitamos un tiempo y trabajar algo en nosotros para alcanzar lo que realmente amamos, ¿por qué no?, trabajemos para prender esa “llamita”.
¡Novedad!
Lo malo de morir de amor es que no te mueres
* Más información
Yo tenía tantos miedos… pero mi “llamita” la encendió Jose Luis, un buen amigo de mi padre que recorría parte del mundo en bicicleta y me contaba tantas historias de personas en lugares remotos, de sus aventuras, de la calidad humana de aquellas gentes… que siempre pensaba “cuando sea mayor me voy con él”, nunca lo hice y además murió hace tres años, lo lamenté mucho porque lo admiré desde que tengo uso de razón y además ya tan siquiera puedo compartir unas palabras. Teniendo a él como referencia y dada mi personalidad que yo creía débil y miedosa, nunca me sentí capaz de hacer lo mismo, pero la “llamita” pudo con mis miedos así que comencé a tomar consciencia de quién era yo y cuál era mi punto de partida detrás de todos esos muros que alguna vez me puse, a partir de ahí hice un trabajo personal, por eso comencé a viajar en solitario por algunas zonas de montaña de Andalucía, el lugar en el que nací, allí me sentía segura por cercanía y por compartir el mismo idioma, éste fue uno de mis primeros entrenamientos personales que permitieron tanto comenzar a derrumbar esos muros como también reafirmar mi persona, lo hice con miedos pero sin dudas, lo hice.
Los miedos externos
Hay otro tipo de miedos que son aún más feroces, los miedos sociales, es decir seguir lo “correcto” de lo que es el “gran sueño colectivo”: trabajo, casa, consumo, familia, pareja, confort, etc… ataduras. Es difícil despojarse de ésto, no es fácil tener un trabajo estable y decir un día: “¡Hasta aquí!”, ni tener un hogar tan acogedor y tan hecho a nuestra medida para terminar metiendo todo en unas cajas de cartón, es cómodo tener una pareja para sentirnos acompañados y respaldados… y le tememos tanto al cambio, hacemos tanto caso de nuestra lista de “no puedos”…
¿Y entonces?
Tenemos algo valioso, la capacidad de decisión, por eso podemos dejar de soñar despiertos para pasar a vivir nuestro sueño, nuestra propia vida, si no es ahora ¿cuándo? Podemos dejar nuestra lista de “no puedos” a un lado para tomar consciencia de que somo seres activos. Es entonces cuando aparece el miedo al cambio, que es mayor cuanto más arriesguemos, así que siempre hay que valorar, poner en una balanza lo que pierdes y lo que ganas; pero esto es algo que se da en cualquier ámbito de la vida: si tienes un trabajo y te ofrecen otro, si tu pareja se muda a otra ciudad y tu tienes tu vida en otro lugar, si eres bajista y debes de decidir comprar un bajo u otro, siempre hay que dejar algo al margen para ir a por eso otro y finalmente siempre hay un lado de la balanza que pesa más que la otra.
Así conformamos nuestra balanza con un lado de los sueños y por el otro un lado de los miedos, y ocurre que aunque realmente pese más el lado de nuestros sueños, la mayoría de veces ponemos nosotros mismos una montaña de “no puedos” en el lado los miedos hasta que ésta termina pesando más, y así nos justificamos, y solo así somos nosotros mismos los únicos que ponemos nuestros propios muros. Un miedo es algo que tras el simple hecho de afrontarlo una gran serenidad inunda nuestra persona física, mental y espiritual. ¡Prendamos nuestras “llamitas”! ¡Vivamos nuestros sueños y vivamos nuestros miedos! ¡VIVAMOS!
Mariam (blog “Somos Viento”)
¡Entra y conoce su blog!
–
* Vive tu sueño y no sueñes tu vida ¡1ª edición casi agotada!
“El destino me ha llevado a descubrir este libro cuando más necesitaba encontrarme con palabras llenas de energía y de luz. Ha sido un vaso de agua fresquita en mi desierto alpino.” (Elena)
👌🏾 muy bueno
HErmoso!!!!
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar