Existe una suerte de falsa creencia generalizada: las personas con Alzheimer o con otros tipos de demencia tienden a desconectarse del mundo externo presente para entrar en su lejano e irreal mundo interno. Esto no es cierto, pero al pensar que la persona con Alzheimer ya no es la persona que debía ser, esta pierde su identidad frente a la sociedad y sus sentimientos pierden validez casi de la manera automática.
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