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La sensibilidad probablemente es la cualidad menos valorada del mundo. Es frecuentemente asociada a la fragilidad y debilidad cuando en realidad es la tremenda fortaleza.
Las personas sensibles son perspicaces e inteligentes tanto para reconocer y comprender sus propias emociones. También son lo suficientemente valientes como para exhibirlas en público.
Muchos de nosotros preferiríamos vivir en negación que reconocer nuestra vulnerabilidad. Debido a esto nunca conquistamos nuestros más grandes miedos y obstáculos internos.
El mundo necesita más almas sensibles, ya que son innatamente más conscientes de sí mismas y más empáticas. Los individuos con estas cualidades son líderes naturales.
Los grandes líderes poseen una alta inteligencia emocional. Se entienden tanto a ellos mismos como a los demás, lo cual es un producto de su propia sensibilidad.
No puedes guiar a otros si no te conoces a ti mismo
Si no tienes un entendimiento de tu funcionamiento interno y de lo que motiva tus decisiones entonces no estarás en una posición fuerte para guiar a otros.
Encontrarte a ti mismo tiene que ver con llegar a un acuerdo con tus emociones y lo que las dicta. Requiere una honestidad un tanto bruta acerca de tus sentimientos. Requiere sensibilidad.
Ser líder no se trata de obtener cierta posición, se define por si eres capaz o no de hacer sentir a las personas a tu alrededor un poco menos perdidas y desorientadas en la travesía de la vida.
Pero no puedes ayudar a otros a encontrar su camino por la vida si tú no descubres el tuyo.
Los individuos con un gran sentido de sí mismos son más confiados y prácticos y naturalmente inspiran a los demás a confiar en ellos.
También saben reírse de ellos mismos, lo que les ayuda a mantener tanto la perspectiva como la sanidad.
No puedes guiar sin empatizar
Los grandes líderes son grandes oyentes. Escuchan con empatía, e intentan sinceramente ponerse en los zapatos del otro.
Consecuentemente, construyen confianza, alivian el descontento y ayudan a catalizar soluciones a varios problemas y lamentos.
Hay una cantidad de evidencia que muestra que los empleados se encuentran más satisfechos cuando tienen jefes compasivos y empáticos.
Correspondientemente, los estudios muestran que los empleados felices son más productivos, creativos y colaborativos.
En otras palabras, el liderazgo compasivo es universalmente beneficioso.
Así es, contrariamente a la opinión popular, los verdaderos líderes no son dominantes y estoicos, sino cooperativos y emocionalmente abiertos.
El mundo sería un lugar decididamente mejor si más personas en las posiciones de liderazgo fueran sensibles, empáticas y compasivas.
Si verdaderamente deseamos progresar como especie, necesitamos aceptar nuestras emociones además de buscar entender las emociones de los demás.
Los líderes más grandes entienden que la compasión levanta el espíritu tanto de quien la da como de quien la recibe.
John Haltiwanger
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La menos valorada y la que más fácilmente se daña… 🙂
Muchas gracias por este maravilloso artículo! Comparto por completo que el mundo sería un lugar infinítamente mejor si las personas que ocupan puestos de liderazgo fueran sensibles y empáticas…