¿Quién cuida al cuidador?

cinco-libros-web

Cuidar es amar sin condiciones; cuidar es respetarse a uno mismo y exigir respeto a cambio, cumpliendo con los descansos y los tiempos de ocio; cuidar es confiar en tus posibilidades y en las de la otra persona, sin juzgarla, aceptándola tal y como es; cuidar es estar orgulloso por la labor que desempeñas; cuidar es tener el derecho de cometer errores y ser disculpado por ellos, sin prejuicios ni etiquetas; cuidar es reconocer tus limitaciones y pedir ayuda; cuidar es escuchar tus sentimientos y atender tus propias necesidades… CUIDAR ES CUIDARSE.

El-abrazo

Todos somos cuidadores y todos seremos cuidados. Porque la vida es como el vaivén de una ola que, después de un largo viaje, finalmente llega a la orilla para convertirse en una enorme sábana de espuma. Y durante este viaje no solamente tendremos que aprender a cuidar de nuestros seres queridos, sino que también, cuando nos llegue la hora, tendremos que aprender a dejar que nos cuiden. Una tarea a priori nada sencilla.

Pero mientras tanto, a medida que cuidamos, también necesitamos ser escuchados y cuidados. Y es que ha llegado el momento de que los cuidadores dejen de ser «invisibles» y alcen con fuerza la voz. Podrán señalarnos con el dedo, ignorarnos e incluso derribarnos, pero nos levantaremos tantas veces como hagan falta. Porque cuidar a otra persona no es un trabajo de segundas ni ningún deshonor. Al contrario. Cuidar es demostrar tener una capacidad humana sobrenatural; una capacidad al nivel de grandes personalidades de la historia como pudieron ser Mahatma Gandhi o la misma Madre Teresa de Calcuta. Y es que debemos de saber que nosotros -las cuidadoras y cuidadores- somos los que, en estos tiempos tan revueltos de grandes crisis, todavía mantenemos la esperanza de que el humanismo y los sentimientos hacia nuestros semejantes siguen vivos.

¿QUIÉN CUIDA AL CUIDADOR?

Es necesario preguntarse lo siguiente: ¿QUIÉN CUIDA EL CUIDADOR? El cuidador es una persona con sentimientos y emociones, sensible a todo lo que sucede a su alrededor, y por lo tanto, al igual que el resto de los humanos, es un mundo por descubrir.

El cuidador, como diría Mario Alonso Puig, necesita reinventarse y atreverse a comenzar de nuevo tantas veces como sea necesario. Y es que la persona que cuida, en este largo viaje que emprende acompañando al enfermo, también inicia un viaje hacia su interior, hacia el propio conocimiento de uno mismo.

Por eso, a medida que transcurren los cuidados, también despertará sus emociones y aprenderá a encender luces en aquellos lugares oscuros de su alma donde nunca antes, por miedo o desconocimiento, se había atrevido a explorar. «El cuidador que todavía no sabe nada de sus emociones, el que está dando tumbos en la oscuridad, aquel cuya sonrisa sólo es una sonrisa pintada en los labios, no puede ayudar a la otra persona. Aún con las mejores intenciones, esto no es posible.» (La brújula del cuidador. Pág. 51).

cuidador

Por lo tanto, la primera persona que cuida al cuidador es el propio cuidador. Porque sólo aquellos cuidadores y cuidadoras que tengan un profundo conocimiento de sí mismo serán capaces de aceptar sus limitaciones y pedir ayuda. Y pedir ayuda, tanto a familiares, como a centros o cuidadores profesionales, no es un signo de debilidad sino de inteligencia. Y es que olvidarnos de la ayuda que nos pueden ofrecer los demás no tiene sentido.

Aunque, por otro lado, un cuidador inteligente no solamente debe saber delegar tareas a su entorno; también tiene que tener un amplio sentido de la organización. Ser organizado no sólo tiene que servir para realizar con satisfacción su trabajo, sino también para llevar a cabo alguna actividad que le ayude a desconectar de la rutina diaria. Acudir a grupos de ayuda mutua, aprender técnicas de relajación, apuntarse algún taller o realizar ejercicio le ayudará a relacionarse con otras personas y a brillar con más intensidad en sus acciones.

Aristóteles ya definió al hombre como un ser social por naturaleza (zoon plitikon). Y el cuidador es un ser social y plural. Por eso, el cuidador, en beneficio de su equilibrio y adaptación, y lejos de aislarse con los cuidados, necesita socializarse con otras personas para su supervivencia. Y es que son precisamente las personas que conocerá en las diferentes actividades (ya sea por ejemplo de yoga, natación o pintura) las que mediante la socialización y la interactuación estarán también cuidando al cuidador.

El «autosacrificio total» y el aislamiento sólo puede conducir a la persona que cuida a caer también enferma. La vida humana es vida social. En resumen, es una decisión personal de cada cuidador encontrar esa brújula interior que le permita caminar con optimismo y confianza por los escarpados senderos de la enfermad. Pero tiene que saber que, aunque cada brújula es individual, puesto que las necesidades de cada individuo como seres únicos que somos son diferentes, está acompañado y tiene la ayuda tanto de otros seres queridos como de profesionales.

También debemos de recordar que el cuidador está catalogado dentro de la categoría de los superhéroes. Pero los verdaderos superhéroes no tienen capa ni vuelan, sino que tienen la valentía de afrontar el reto de conocerse a sí mismo y reconocer sus límites y sus necesidades. Ellos son nuestros auténticos superhéroes del siglo XXI.

APRENDÍ QUE…

– Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo. (Rosa, 54 años)

– Aprendí que cuanto más creativos seamos en los cuidados del enfermo, nos percataremos de más cosas (María, 51 años).

– Aprendí que el grado de confianza de un cuidador en sí mismo determina su éxito en gran parte (Alfredo, 46 años).

– Aprendí que me entristece ser el último que eligen para cuidar a mi abuelo (Marcos, 11 años).

– Aprendí que la compañía silenciosa al lado del enfermo con frecuencia ayuda más que otros cuidados (Josefa, 63 años).

– Aprendí que soy feliz cuando soy amable con el enfermo (Hugo, 19 años).

– Aprendí que no podemos esperar una sonrisa del enfermo si antes no le regalamos la nuestra (Beatriz, 48 años).

– Aprendí que la autocompasión es una pérdida de tiempo (Leonor, 81 años).

– Aprendí que es mejor ser decidido, incluso si esto significa que en ocasiones cometas un error (Víctor, 41 años).

– Aprendí que los cuidadores son los mejores maestros de creatividad, persistencia y amor incondicional (Alberto, 28 años).

– Aprendí que la manera como cuidamos a una persona enferma es un autorretrato (Mercedes, 64 años).

– Aprendí que si disfrutas con los cuidados es tan divertido como el tiempo libre (Maite, 51 años).

(Fragmentos del apartado «Aprendí que…» del libro La brújula del cuidador)

Raül Córdoba  (autor del libro La brújula del cuidador)


la-brujula-del-cuidador-2La brújula del cuidador
¡3ª edición!
“Un libro repleto de reconocimiento, sensibilidad y emoción .” (Alejandro)

13 respuestas a “¿Quién cuida al cuidador?”

  1. Cuando pienso en mi trabajo, pienso que tenemos que hacer lo mejor posible para los mayores, que tengo que aprender de mis errores y que cuando necesito ayuda, debo saber pedirla. Un trabajo es eso, trabajo, y como todos los trabajos hay dias que cuestan más y saber sobrellevarlo ya es un éxito. Pero es cuando llego a casa y me pongo reflexivo, cuando me vienen a la cabeza todos esos momentos que he disfrutado, que sabes que cuando das lo mejor de tí a cambio recibes todas esas sonrisas de agradecimiento y me hacen ser mejor persona. Agradezco éste artículo, por demostrarme que los que ahora somos cuidadores y/o hemos sido dependientes, que la vida, nosotr@s y el amor prevalecerán con amabilidad, discreción y una sonrisa. Gracias.

  2. Es el amor de siempre y para siempre que le tienes a ese ser maravilloso que depende totalmente de Ti,( en mi caso mi padre y mi madre ) el que te mantiene firme en tu labor,pero en cada momento de la mano de Dios que es el que te da el valor,fortaleza,entrega necesaria para poder superar momentos tan difíciles,recordando también todos esos momentos hermosos y maravillosos que te entregaron a Ti. Hoy desde el cielo se que ellos son los que me cuidan y acompañan.

  3. Cuando cuidas con amor es mucho más fácil . Piénsalo un momento , ya que lo tienes que hacer , hazlo lo mejor que puedas , no intentes hacerlo todo pero lo que hagas hazlo bien . Hoy yo soy la cuidada y mando un mensaje a los que como yo se encuentran en esta situación . Nosotros los dependientes debemos hacer todo lo posible para que el trabajo de nuestros cuidadores sea lo más fácil posible . Debemos ser agradecidos , debemos sonreír todo l posible pues su tarea no es fácil aunque muchas veces los enfermos nos creemos que somos los únicos que sufrimos . Yo soy una afortunada pues tanto mi marido como mis hijas que son mis cuidadores lo hacen muy bien pero insisto en que el cuidado también puede y debe ayuda ral cuidador

  4. Muy bien. En este viaje junto al enfermo, uno aprende a conocerse e internalizar que nuestros sentimientos son profundamente percibidos por el enfermo, tal vez porque dependen del cuidador y desde el puesto en que están observan en nosotros con mucha fineza de espiritu.

  5. El cuidador debe cuidarse y si lamentablemente se quemó, llamar a los bomberos (redes de apoyo) y como me dijo mi madre cuando todavía hablaba «usted tiene que seguir adelante». Todos aún nuestros enfermos quieren ser independientes y no estarían felices si nos miran axfixiados e intoxicados.

  6. Sigo preguntándome ¿quien cuida al cuidador?. En mi caso, cuidar de dos personas, una de 85 años, con lapsus de memoria, bajadas de azúcar…..y otro familiar ingresado durante 7 meses. Ambas cosas a la vez. Llega un momento que tu propia salud física y psicológica se resiente, hasta llegar al extremo de verse afectada hasta mi familia. ¿Delegar? ¿en quien?…cuando todos en mi casa hemos colaborado?. En la actualidad, los dos se encuentras en su casa, pero las quejas siguen, y siguen, Decidí, dejarles a su aire, y pase de ser la buena, a ser alguien que les ha abandonado, porque no puedo hacerme cargo de dos casas. ¿Ahora que, tengo que tener cargo de conciencia o simplemente seguir con mi rutina diaria, mi marido, mis hijos (el pequeño de 9 años que por desgracia a visto, oído y vivido situación que no son para su edad?. No me vi obligada a estar pendiente y ayudarles, lo asumí por propia voluntad, Llego el momento, de ver a mi hijo llorando de una forma desconsolada, diciendo que no quería crecer me hizo reaccionar. O complacerles a ellos, o apartarme de esta situación para que no le queden secuelas.

¿Y tú qué opinas? Déjanos tu comentario...